Bueno, esto no va en serio. Burla, burlando, que diría Lope:
Estaba pensando y, por tanto, dudaba.
A veces me tienta, aunque no es mi género, volver a escribir algo
corto. Esta vez, algo travestido de libro de autoayuda. Por tanto, en inglés;
por tanto, de coña; por tánto... por tánto falso profeta del rollito New Age (cada día menos new) como he conocido en un par
de años, con honrosas excepciones y horrorosas confirmaciones de que el spam
trasciende fronteras.
Por suerte para todos, me he quedado en los títulos:
No more coaching, poleeeeeeze! (este me recuerda un tema de Phill
Collins).
O ya, plagiando a Mr. Allen, Cómo
acabar con el coaching en 10 (ó 12) lecciones. Este sería más bien un libro
de autodefensa subtitulado: Olvida rápido la serie de obviedades que has leído
para no tener que ponerte en serio a cambiar.
Ahora confieso que hará más de un año estuve pensando en serio en
escribir algo que se titulaba La
invasión de los ultracoaches, pero me limité a narrárselo a un ser querido.
(¡Viva la literatura oral!)
Una joven pareja, con pocos meses de convivencia a sus espaldas y
que atraviesa su primera crisis, recibe el asalto en su domicilio de un
entrenador de perros que acaba intentando domesticarlos a ellos. Poco después
la de un cocinero de diseño que les obliga a reformar el piso en aras de una
cocina comme il faut. Y
para rematar, reciben a una especialista en tirar cosas para rediseñar el
espacio y que fluya la energía positiva.
Dejando a un lado las exhuberantes facturas, la historia, con una
final casi feliz, terminaba cuando la suegra se plantaba en casa con el
propósito de echar a escobazos a estos asaltantes profesionales del coaching.
Si bien, doña suegra al parecer se engancha a las nuevas técnicas e intercambia
información con estos pelmas: les enseña a echar las cartas o a hacer encaje de
bolillos, no recuerdo. (Pero quedaba gracioso oír a la señora con cosas como:
- Hijos, no procrastinéis la limpieza del baño...
O:
- Hoy estoy focalizada en ir al supermercado.
O:
- Deberíais visualizaros haciéndome abuela y poneros una fecha
límite para vuestros objetivos.
La joven pareja recuperará el romanticismo de la relación cuando,
incapaces de pagar las facturas, escapen a vivir bajo un puente cercano a una
gran superficie de muebles escandinavos para montar.
Para acabar: quizá sea mejor idea robarle el tiempo a alguien para
escribir algo de coaching para vampiros.
¿Algún dibujante me ayudaría?
Besos, jobar, que siempre me pongo demasiado serio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario