Entre mis carpetas "olvidadas" (?) a veces uno se encuentra cosas como esta, que debió ser el eslabón perdido allá por el siglo pasado, entre mi poesía y mi prosa. Eso sí: se nota que la escribí en primavera.
Tu
felicidad no es un bien de consumo:
si
la sopesas, la envuelves, le pones precio,
verás
qué rápida es y que poco doméstica;
qué
pronto estás hablando de ella con tu analista,
buscándola
en un libro,
en
soliloquios.
Y
tu amiga se habrá ido sin hacer las maletas
en
las que quisiste que habitara.
E.M.M.
29/4/95