viernes, 20 de febrero de 2015

Cuando una palabra pierde su significado de tanto sobarla...

Bueno, esto no va en serio. Burla, burlando, que diría Lope:

Estaba pensando y, por tanto, dudaba.

A veces me tienta, aunque no es mi género, volver a escribir algo corto. Esta vez, algo travestido de libro de autoayuda. Por tanto, en inglés; por tanto, de coña; por tánto... por tánto falso profeta del rollito New Age (cada día menos new) como he conocido en un par de años, con honrosas excepciones y horrorosas confirmaciones de que el spam trasciende fronteras.

Por suerte para todos, me he quedado en los títulos:

No more coaching, poleeeeeeze! (este me recuerda un tema de Phill Collins).

O ya, plagiando a Mr. Allen, Cómo acabar con el coaching en 10 (ó 12) lecciones. Este sería más bien un libro de autodefensa subtitulado: Olvida rápido la serie de obviedades que has leído para no tener que ponerte en serio a cambiar.


Ahora confieso que hará más de un año estuve pensando en serio en escribir algo que se titulaba La invasión de los ultracoaches, pero me limité a narrárselo a un ser querido. (¡Viva la literatura oral!)

Una joven pareja, con pocos meses de convivencia a sus espaldas y que atraviesa su primera crisis, recibe el asalto en su domicilio de un entrenador de perros que acaba intentando domesticarlos a ellos. Poco después la de un cocinero de diseño que les obliga a reformar el piso en aras de una cocina comme il faut. Y para rematar, reciben a una especialista en tirar cosas para rediseñar el espacio y que fluya la energía positiva.
Dejando a un lado las exhuberantes facturas, la historia, con una final casi feliz, terminaba cuando la suegra se plantaba en casa con el propósito de echar a escobazos a estos asaltantes profesionales del coaching. Si bien, doña suegra al parecer se engancha a las nuevas técnicas e intercambia información con estos pelmas: les enseña a echar las cartas o a hacer encaje de bolillos, no recuerdo. (Pero quedaba gracioso oír a la señora con cosas como:
- Hijos, no procrastinéis la limpieza del baño...
O:
- Hoy estoy focalizada en ir al supermercado.
O:
- Deberíais visualizaros haciéndome abuela y poneros una fecha límite para vuestros objetivos.

La joven pareja recuperará el romanticismo de la relación cuando, incapaces de pagar las facturas, escapen a vivir bajo un puente cercano a una gran superficie de muebles escandinavos para montar.


Para acabar: quizá sea mejor idea robarle el tiempo a alguien para escribir algo de coaching para vampiros.
¿Algún dibujante me ayudaría?

Besos, jobar, que siempre me pongo demasiado serio.