martes, 24 de abril de 2018

EL GALOPE


                      
Como en la realidad, corren los caballos estirando el cuello y agachando apenas la cabeza a lo largo de un túnel que triplica el sonido del galope. Al fondo un punto de luz, a los lados la seguridad rectilínea de tener espacio suficiente entre las paredes.
Como en una pesadilla, una sola salida: hacia delante.

Hacia el despertar corren los caballos. El otro jinete y yo galopamos, casi a ciegas, invisibles nuestros rostros el uno para el otro, aun a sabiendas de que nuestra loca carrera conduce al despertar, al fin del túnel, de los caballos y de una cálida oscuridad.
O quizá precisamente por eso. 

E.M.M.